—¿Tan feliz en la mañana? —preguntó ella levantando una ceja.
— Hola, Briana —comentó con una sonrisa, pasando por su lado. No me cuesta un poco utilizar las piernas y caminar sin apoyo, pero lo hago de igual forma.
—Es raro verte con una sonrisa. Eso es algo desconocido para ti —comentó Briana, escupiendo sus palabras con odio.
— Y pues, estoy contento —comentó mientras se acercaba a preparar dos tazas de café.
—No quiero que me sirvas café, gracias —dijo Briana, abriendo la heladera y tomando un poco de jugo.
— ¿Por qué no? ¿No quieres mi café?
—Porque tomaré jugo —comentó sin mirarlo mientras volvía a dejar la botella en su lugar.
— Está bien —comentó Eduardo encogiéndose de hombros.
—En fin —coment&o