Capítulo 9. Diferente
Angelo
La música inunda mis sentidos en cuanto cruzo las puertas dobles del club que manejo. Los guardias de la entrada me dan los pormenores: cuántas personas hay dentro, quiénes sobresalen entre la multitud, los reservados están ocupados por hijos de los hombres más poderosos de la ciudad y todo parece ir en orden.
Me encuentro con Noah en nuestra mesa de siempre, en la zona VIP, desde donde podemos ver gran parte del club y podemos estar lo suficientemente lejos del sonido ensordecedor de los altavoces.
—¿Qué te pasa? —pregunta al ver la manera en que me desplomo sobre el sillón—. Traes una cara…
—Jodida mierda, hermano. —Saco un cigarrillo del paquete y lo coloco en mi boca, lo enciendo, le doy una calada y exhalo todo el humo por la nariz, antes de continuar—. Estoy frito.
—Es Al, ¿cierto? —pregunta, dando un trago a su whisky.
—Sí. No sé cómo decirle que no estoy interesado en ella de esa forma —confieso.
—Te dije que hablaras con ella desde hace tiempo, antes de que creciera