Capítulo 44. Líder
Angelo
Salgo del hospital con el corazón hecho pedazos. Noah está en coma, luchando por su vida, y yo siento que cada paso que doy me arrastra más hacia un abismo del que no habrá retorno.
El rugido de mi motocicleta rompe el silencio. Aprieto el acelerador con furia, como si el sonido pudiera acallar el eco de las palabras del médico: «hemos tenido que inducirle un coma… no hay nada que hacer más que esperar».
Esperar.
Esa palabra me quema. Yo no sé esperar. Yo actúo.
Y esta noche, mi destino me lleva directo a Lorenzo.
La ciudad se extiende frente a mí como un laberinto de sombras. Conozco el camino de memoria. La seudo mansión de Lorenzo se alza en las afueras, un edificio ostentoso, grotesco en su intento de parecer elegante. Para mí, no es más que un disfraz barato, un escenario de poder construido sobre cimientos podridos.
Cuando llego, los guardias me observan con atención, pero no hacen nada. Sé que es por órdenes de Lorenzo. Él sabía que vendría, y quiere que entre. Quiere