Capítulo 43. El inicio de una guerra
Angelo
El caos no se disipa. La casa sigue vibrando con gritos, pasos apresurados y órdenes que se cruzan en todas direcciones. Noah yace inconsciente sobre la mesa del salón principal, y yo apenas puedo respirar. El médico familiar ha llegado, su maletín abierto sobre la mesa, y sus manos recorren el cuerpo de mi amigo con precisión.
—Las heridas son graves —dice con voz firme, sin levantar la mirada—. Aquí no tenemos lo necesario. Necesita ser trasladado a un hospital donde cuenten con el equipo adecuado para atender cualquier emergencia.
Sus palabras me golpean como un puto martillo que taladra mi pecho golpe a golpe. El aire se me escapa, y siento que el suelo se abre bajo mis pies. Noah, mi hermano, mi compañero de batallas, está al borde de la muerte.
El dolor me atraviesa, pero no es nada comparado a la ira que me quema por dentro. No necesito pruebas. Sé quién está detrás de esto: Lorenzo.
«Si no estás conmigo, Angelo, estás en mi contra». Recuerdo sus palabras, frías y tajant