Capítulo 16. Te tengo
Angelo
Me aseguro de que no haya ningún escolta a la vista cuando llegamos a mi casa, y aprovecho que es su cambio de turno para bajar a Emily del auto y atravesar el patio trasero con la esperanza de que sus alaridos no despierten a mis padres.
Ya me he metido en suficientes problemas últimamente como para añadir uno más.
—Vamos, Em… baja la voz, ¿quieres? —increpo, tratando inútilmente de callar a la rubia mientras la llevo a través de los pasillos a trompicones.
No sé qué demonios le dieron, pero está fuera de sí: tiene las pupilas dilatadas, se abanica una y otra vez como si sintiera calor, para después abrazarse a sí misma, temblando de frío.
Se ríe a carcajadas, luego grita mi nombre como si quisiera despertar a todo el puto vecindario. Cada paso que doy es una maldita batalla para mantenerla en pie y que no se estrelle contra la pared.
Podría ser cualquier cosa, pero eso es lo último que me importa ahora. Lo único que quiero es hacerla sentir mejor.
Me está jodiendo verla así.