La noticia

Sandro se despertó en horas de la tarde, estaba un tanto desubicado por el cambio de horario y cansado del viaje.

Bajó en busca de Franco, su hermano, pero éste se fue de casa una hora antes de él despertar, fue en busca de su madre y la saludó con un fuerte abrazo, buscó a su padre que estaba sentado leyendo el periódico del día e hiso lo mismo con él.

—Te has despertado al fin, ¿cómo estás? —mencionó su padre mirando el periódico.

Tanto Franco como Sandro se habían acostumbrado a la relación de sus padres, entre ellos, amor no había, pero eran grandes amigos y eso hacía que la relación fuera muy llevadera.

—Bastante bien padre, he descansado lo suficiente, aunque no dejo de tener sueño, espero que pronto me adapte al horario y al ambiente de San Francisco, son muchos años fuera de casa.

—Claro, tu cuerpo tiene que procesar la información, pero hablando de información, hay algo de lo que tengo que hablarte hijo y es de suma importancia —se acomodó en su asiento, dejó el periódico que estaba leyendo de lado y poniendo una voz sería para comenzar la charla.

Sandro tiró su cuerpo hacia atrás dando con el respaldar del sofá, esperando a ver qué era eso tan importante que tenía que decirle.

—Ten, esto es para ti, todo esto es tuyo hijo.

Tomó el sobre en sus manos y sacó cada una de las hojas que había dentro, miró el contrato que había allí y algunas cuentas bancarias, así como el testamento de su padre, que había sido heredado cuando se casó con su madre, Renata.

—¿Esto es en serio papá?

—Tienes que casarte.

La forma en que su padre lo dijo, lo hizo reír como si de una broma o chiste se tratase, pero al ver a su padre serio, frunciendo el ceño y supo que no era ninguna broma.

—¿Porqué tan rápido padre?, hemos hablado de esto en muchas ocasiones, no quiero casarme, no quiero lidiar con una persona que ni siquiera conozco, simplemente no quiero hacerlo padre, además no tengo a alguna mujer en mente.

—Tampoco quería casarme Sandro, pero tuve que hacerlo por el bien de mis padres, es la única manera de tener la fortuna de la familia a salvo o caerá en manos del primo Alfredo, y no es lo que queremos, ¿verdad?

Para Sandro escuchar el nombre de ese hombre era un dolor de cabeza, pues, sus familias desde que podía recordar tenían enfrentamientos por la fortuna Casso.

—¿No tengo opción padre? ¿no podemos posponerlo hasta que encuentre a alguien que sea correcta y que sea como la relación entre tú y mamá?

—No hijo, no hay tiempo, el plazo se vence en el momento que cumplas veintinueve años, necesitas la mujer adecuada para esto, es como estar en un trabajo, ella se verá beneficiada si hace una buena labor, ¿porqué crees que tu madre tiene lo que tiene? porque ha sabido jugar sus piezas, ha hecho un gran trabajo como esposa y compañera de alianza, lo mismo tiene que tener tu futura mujer.

"¿A dónde encontraré una mujer que cumpla todos esos requisitos?" —se preguntó Sandro angustiado.

—Pero padre, recién cumplo veintiocho, ¿no crees que aún tengo tiempo para buscar a la indicada?

Su padre negó a todos los "peros: que a Sandro se le ocurría.

—Ya tengo a la esposa perfecta, está por graduarse de la universidad, tiene una buena posición social y, sobre todo; conoce el negocio, trabaja con su padre. No tienes que buscar, he hablado con él y ha aceptado la propuesta.

Sandro no podía creer lo que su padre estaba diciendo, esto no podía ser real, su pesadilla se había hecho realidad, tantos años en Suiza tenían un solo propósito; crecer como empresario y no tener que ver con los negocios familiares, pero ahora todo era una pesadilla del que no podía escapar, aunque así lo quisiera.

—Es que simplemente no me lo creo padre, no puedo creer lo que me has dicho, ¿de verdad tengo que casarme? tengo mis propios negocios, tengo mi dinero, ¿no hay nada que podamos hacer?

—No hijo, nada que hacer, es tu deber, tu obligación como el primogénito de la familia, además, te he asegurado a una buena mujer, es hija de un viejo amigo, quien por cierto, también se casó bajo el mismo método que tu madre y yo, no hay nada que perder hijo.

—Y, supongo que, ella aceptó ¿no?, de lo contrario no me estarías diciendo todo esto.

—Tendremos una cena mañana con Albert y su hija, les daremos los detalles de la boda y de lo que deberán hacer.

Sandro afirmó con su cabeza sintiendo enojo por tener que hacer esto en nombre de su bisabuelo, abuelo y padre.

"¡maldita sea!" —pronunció en sus adentros, se levantó de su asiento y fue a la cocina por un vaso de agua.

—¿Tu padre habló contigo ya? —le cuestionó Renata acercándose a él.

—Sí y esto es una mala idea mamá, esto no va a terminar bien, lo presiento, dime ¿la chica ha aceptado?

—No lo sé hijo, pero supongo que sí, no seas pesimista, sacarás un buen provecho de esto.

Sandro la miró decepcionado por sus palabras, estaba decidido a no andar con amantes por ahí como lo hacían ellos y mucho menos no estaba dispuesto a aguantarlo, sería una de las primeras limitantes que pondría en el contrato matrimonial.

—No le veo una ganancia a esto madre, solo veo dolores de cabeza gracias a un testamento que finaliza conmigo y mi hijo.

—Basta Sandro, no seas así, es tu deber y debes aceptarlo, ¿comprendes?, no tienes opción, tendrás una buena paga por esto, al igual que la chica, no comprendo porqué te quejas tanto, tendrás mucho dinero con los años.

Vertió el agua del vaso en el fregadero y caminó fuera de la cocina.

—Tengo lo suficiente para vivir madre.

—Todo en esta vida requiere de sacrificios —le gritó su madre al verlo caminar fuera de la cocina.

Esas mismas palabras se las repetía Albert así mismo, yendo a la habitación de Ellie, pues, tenía que explicarle lo que había hecho hacía unas semanas atrás, la consciencia lo estaba traicionando, pero en esto de los negocios el sentimentalismo no tenía cabida.

—¿puedo pasar hija? —preguntó él golpeando la puerta tres veces.

Ellie estaba acostada en la cama, sonreía al hablar con el chico, Josías, con quién llevaba unas semanas saliendo y de quién sentía gran apego, le gustaba, de eso no había duda alguna.

Se levantó y abrió la puerta de la habitación dándole acceso a que entrase, se sentó en la cama y Ellie hizo lo mismo.

—¿Qué sucede padre? ¿porqué me necesitas con tanta urgencia?

—Hay un tema que tenemos que tratar hija y es de suma importancia.

Albert buscaba la manera de decirlo sin sonar cruel o insensible.

—Padre, di lo que tengas que decir, sé directo.

Ellie estaba preocupada al ver a su padre tan angustiando, pensó que al anciano le sucedía algo grave para estar así, sin embargo, cuando escuchó sus palabras soltó el llanto.

—Tu mano, ha sido dada en matrimonio, Ellie.

—No padre, eso no, dime, por favor, que eso no ds verdad, pídeme lo que quieras, pero no me des en matrimonio, ¿qué hay de Josías? padre, dime, pues, mi corazón ahora es suyo.

Albert tenía su corazón destrozado, pero era algo que Ellie sabía que pasaría tarde o temprano.

—Lo siento Ellie, mi palabra fue dada y debe cumplirse, te casarás con el hijo de Augusto y no se dice más, lo siento por ese chico, pero no hay nada que hacer por él, estás comprometida, así que es mejor que dejes de ver a ese chico, no quiero tener problemas con Augusto o su hijo, ¿entendido?, Sandro es un buen hombre, sabrá cuidarte y darte lo que mereces.

Ellie corrió y se arrodilló frente a su padre, suplicó en medio de un llanto audible en toda la casa; para que su padre cambiara de idea.

—Por favor papito, te lo suplico, te lo imploro, no me cases, mi corazón ahora tiene dueño y no quiero alejarme de él, ¿hay algo que pueda hacer para que cambies de opinión?

—No, compórtate como la prometida de Sandro Casso y lo tendrás todo a tus pies.

—Pero ¿qué pasa con la familia? ¿con los hijos?

—Lo tendrás si te comportas bien con él, Sandro te dará lo que quieres si desempeñas un buen papel, no carecerás de nada hija.

—¿Acaso el dinero es más importante que el amor? padre

Albert se levantó de la cama y la miro sobre su hombro.

—¿Puedes vivir solo por amor? Ellie ¿vistes amor? ¿comes amor? ¿lo pensaste de esa forma?

—Padre, no es necesario casarme, trabajaré el doble y te ayudaré en lo que deseas, pero por favor no me des en matrimonio, no quiero casarme con un desconocido, por favor, padre, de corazón te lo ruego.

—Y yo te digo qué, hecho está, te casarás en unas semanas con Sandro y no hay vuelta atrás, lo que digo lo cumplo Ellie, lo sabes bien, te casarás y es mi última palabra, tu hermana y tú fueron criadas para esto, en nuestro mundo no cabe el amor, son negocios que se deben hacer, sacrificios que te dan grandes frutos si sabes jugar bien, te quiero Ellie y esto lo hago por tu bien —dio tres pasos y se detuvo — mañana vendrán a cenar con nosotros, espero que sepas comportarte o verás las consecuencias.

"¿Trabajar bien? ¿cómo que trabajar bien?" y ¿de qué consecuencias habla? —Ellie estaba cegada por el dolor de las palabras de su padre, estaba herida por decirle adiós al hombre que le estaba ilusionando el corazón.

Se levantó del piso y azotó todo a su paso tirando al suelo, gritaba y tiraba de su cabello, ¿con qué cara le diría a Josías que debía casarse?

"No quiero casarme, no puedo casarme" —se decía acurrucada en su cama en posición fetal, aún lloraba sintiendo su pecho y estómago doler por las palabras de su padre.

—No seas dramática Ellie, ¿no eras tú quien decía que se casaría con un millonario que te diera todo lo que necesitabas y merecías? ¿qué cambió en ti? —le cuestionó su hermana, mirando todo el desorden que ella había provocado en segundos.

—Largo Elizabeth, déjame sola, vete de mi habitación.

Esa noche tanto Sandro como Ellie no lograron dormir, cada uno pensaba en sus pros y contras si llegaban a casarse, dando con una sola respuesta.

"Esto será un fracaso"

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo