El timbre de la casa de Kelly no dejaba de sonar, eran las seis de la mañana, una hora inapropiada para que algún loco apareciera.
De mal humor se levantó de la cama y con fuerza gritó —Ya voy, ya voy. ¡Maldita sea! Son las seis de la mañana.
Kelly abrió la puerta y sus ojos se abrieron al ver a Ellie frente a ella, su semblante era deplorable, se veía que algo malo había sucedido, pero sin antes poder hablar, Ellie la interrumpió.
—¡Lo grabó! ¡Ese maldito lo grabó! —Ellie gritó tan fuerte que Kelly pensó que algún vecino llamaría a la policía.
Kelly no entendió que pasaba y de quien estaba hablando. Intentaba hacerla callar para que no despertara a sus vecinos, pero nada resultaba.
—Josías arruinó mi vida —dijo al fin con voz rendida en medio de su llanto.
Kelly que seguía sin entender que había pasado, solo la abrazó con fuerza para consolarla.
—Ten —le sirvió una tasa de té para que se tranquilizara.
Ellie seguía sin tomar algún sorbo y los minutos pasaban.