Luego de recibir estupendas noticias, Eva se pudo sentir un poco más tranquila, la chica llevaba una pesada carga, ya que sabía que la familia de su amiga, dependían de ella y que no les había mencionado nada de su enfermedad, al menos no al grado en el que se encontraba.
Las horas se le hacían eternas a Eva, se la pasaba pendiente de alguna noticia de los médicos o enfermeras, pero nada, no pasaba nada.
Tanto que llevaba casi todo el día sin ver su móvil, el cual tenía ya varios mensajes y llamadas de Sergio Carrasco.
Al caer la noche, Eva finalmente se cansó de esperar y tomó asiento en el sofá dentro de la habitación, cayendo en un profundo sueño.
Solo pudo despertar cuando sintió que alguien le colocaba una manta, al abrir los ojos, grande fue su sorpresa cuando vio a Alejandro Mendoza, el cual la miraba de una manera un tanto extraña, no era lujuria, no era deseo, era algo más, pero antes de que ella pudiera dar con que era, una enfermera entro.
- Señorita Díaz, señor Mendoza, so