Eva iba entrando por la puerta trasera de la casa, llevaba dibujada una sonrisa en el rostro. Algo tenía ese tal Sergio Carrasco que, desde que se conocieron, la hacía sonreír de una manera que en pocas ocasiones lo había hecho.
La felicidad le duraría muy poco, ya que tan pronto cruzó la puerta para entrar a casa, una mano se posó en su hombro y ella sintió un escalofrío recorrerla al sentirla.
- ¡Eva! ¿Qué demonios haces fuera de casa a estas horas vestida así? – Digo Demian furioso.
Eva se quedó sorprendida al ver cómo el hombre que ella tanto amaba, el hombre que siempre se mostraba amable y dulce, hoy la miraba con furia y con algo más que ni ella misma podía entender.
- ¡Demian…! – Dijo al no encontrar más palabras al ser descubierta por su hermano.
- Te he hecho una pregunta, Eva, ¿Qué demonios haces? Más que nada, contesta una cosa: ¿Qué demonios haces con Sergio Carrasco vestida así? ¿Acaso esto hacías cuando estaba sola en Boston? ¡Salir en camisón con hombres! ¿Acaso te es m