- Eva Díaz, vamos a tu casa antes de que tus padres se den cuenta de que no te encuentras en tu habitación y te castiguen todo el mes por salir a horas indecentes.
- Búrlate…
- ¿Qué? Lo peor de todo, es que normalmente esas escapadas se hacían para otras cosas, pero nosotros ni a primera base llegamos…
- ¡Sergio! – Dice Eva sorprendida.
- Digo… Puedo ponerme creativo, pero en definitiva, con los primeros rayos de sol nos pueden delatar rápidamente.
Eva solo pudo sentir cómo una extraña sensación recorrió todo su cuerpo, al escuchar las palabras y observar los ojos con los que Sergio Carrasco la miraba.
- ¡Anda! Vamos, te llevo a casa… Tampoco quiero que me vayan a correr de esta, porque pretendo venir a verte más seguido… - Dijo el hombre con evidente descaro.
- ¿Ah, sí? ¿Cómo por qué vendrías a verme? ¿Con qué permiso? - Pregunto Eva un tanto sorprendida.
- La calle es libre, mi cielo, la calle es libre y ahora que he visto que fácilmente puedo llegar a mi casa, pues se ha vuelto mi c