Luego de asearse, Alejandro se colocó la ropa estéril que le habían dejado, tras unos minutos, caminó hacia la habitación donde se encontraba su hermana y su padre. A lo lejos, pudo escuchar el llanto de Melissa, quien parecía una chiquilla pérdida.
Alejandro, se quedó ahí, inmóvil por un momento; sin embargo, algo lo impulsó a entrar, al hacerlo, Melissa volteó, su rostro estaba cubierto de lágrimas, dolorosas lágrimas.
- ¿Él no va a despertar? ¿Verdad? -dijo Melissa mirando fijamente a su hermano.
- No, no creo que lo haga… -dijo Alejandro con total sinceridad.
- Nos vamos a quedar solos… -dijo la chica llevándose una mano a la boca.
- ¡Jamás estarás sola! Tienes a tu esposo, esta Eva y Augusto… Me tienes a mí… -dijo Alejandro dejándose llevar por la situación.
Melissa, al escuchar sus palabras, se acercó y abrazo a aquel hombre que parecía tan lejano.
- ¡Gracias, Alejandro! Sé que no es verdad, pero te agradezco que lo intentarás. -dijo Melisa abrazándole fuertemente.
Alejandro tamb