El camino hacia el restaurante que había reservado Alejandro fue silencioso, el hombre llevaba el ceño fruncido y se notaba que estaba concentrado en lo que estaba haciendo. A su lado, una Eva nerviosa y un tanto preocupada, trataba de calmarse mirando hacia el exterior.
Al llegar al lugar, el hombre bajó y Eva desabrochó el cinturón al voltear. Ya tenía la mano del hombre frente a ella para ayudarla a bajar.
- ¡Gracias! – Dijo Eva un poco nerviosa.
- ¡Anda! ¡Vamos! ¡Supongo que estás lista…! - Dijo Alejandro, mirándola muy seguro de sí mismo.
- ¡Sí! ¿Mi maletín? – Preguntó Eva nerviosa.
- ¡Vamos a cenar! – Dijo Alejandro con un tono serio.
- Señor Mendoza, un placer… - Dijo el capitán al verlo.
- ¡Buena noche! – Respondió Alejandro en un tono seco.
- Por aquí… - Dijo el hombre señalando el camino.
Alejandro vio que Eva se quedaba detrás, sin ningún aviso, posó su mano en la espalda desnuda de Eva, lo que hizo que ella sintiera una corriente eléctrica recorrerle al contacto con aquella