9. Vínculo
Álvaro Duarte
El día de la exposición llegó más rápido de lo que esperaba. Era lunes por la mañana y, aunque intentaba mantenerme firme, la incertidumbre me estaba carcomiendo.
Miré por la ventana de la camioneta mientras nos acercábamos al museo, sintiendo un nudo cada vez más apretado en el estómago. ¿Había sido un error aceptar esto? Toda la gente vería la pintura y sabría que era yo.
Suspiré con frustración.
—Toda la gente aquí se dará cuenta de que el tipo de la pintura soy yo —solté, más para mí mismo que para los demás.
Bruno, siempre despreocupado, me dio una palmada en el hombro.
—Al menos te dará el dinero de la venta del cuadro. Y lo necesitas para regresar a la capital.
Fruncí el ceño. Lo sabía. Era la única razón por la que estaba soportando esto.
Christa, sentada a lado de Margarita en los asientos de atrás, me miró con comprensión.
—Si necesitas dinero, puedo prestártelo...
Negué de inmediato.
—Suficiente es con que me tengas viviendo en tu casa y me hayas dado un emple