6. Vacío
Emilia Díaz
Eran ya las once de la noche y Esteban aún no subía a la habitación. Me estaba acostumbrando a su ausencia; al menos, así evitaba tener que verlo antes de dormir. Pero hoy era diferente. Sus padres seguían en el hospital y empezaba a preocuparme.
Sentada en el borde de la cama, me sobresalté cuando la puerta de nuestra habitación se abrió de golpe. Era él.
De inmediato, me puse de pie.
—¿Ya regresaron tus padres? —pregunté, tratando de leer su expresión.
Esteban frunció el ceño, lucía confundido. Parecía que su enojo de hace un rato se había desvanecido.
—No. ¿Por qué? ¿A dónde fueron?
Arqueé una ceja al notar su apariencia descuidada: la camisa desfajada, el saco y la corbata colgando de su mano, el cabello despeinado como si hubiera pasado las últimas horas haciendo cualquier cosa menos descansar.
—¿Dónde estabas? —inquirí, sin molestia, pero con la suficiente firmeza para dejar claro que esperaba una respuesta.
Esteban ladeó la cabeza, exhalando con frustración.
—En mi