41. Confesiones
Emilia Díaz
No sabía cómo sentirme respecto a la propuesta de Esteban.
Las palabras aún retumbaban en mi cabeza, frías y pesadas, como una losa imposible de cargar.
“Si te casas conmigo, Álvaro no irá a prisión.”
Tragué saliva, sintiendo cómo cada paso que daba hacia Mara y Gael se volvía más pesado. Mis piernas temblaban como gelatina.
El aire dentro del ministerio público se sentía denso, cargado de un olor a desinfectante y a papeles viejos.
—¿Qué hablaste con Esteban, Emilia? —preguntó Mara en cuanto estuve a su alcance.
Su mirada era de preocupación, como si temiera escuchar mi respuesta.
Abrí la boca, pero mi voz no salió de inmediato.
—Yo… yo… —balbuceé, sintiendo un nudo en la garganta—. Le pedí que ayudara a Álvaro, pero no lo va a hacer.
Mis dedos se crisparon al pronunciar lo siguiente:
—Esteban quiere que me case con él a cambio de retirar los cargos.
El silencio que siguió fue abrumador.
Gael me tomó del brazo con fuerza.
—¿Qué dices? —susurró, su tono estaba impregnado d