40. Sacrificio
Emilia Díaz
Aun con mi corazón latiendo con fuerza.
Le pedí a mi madre que me llevará al ministerio público, a declarar. Estaba convencida de declarar a favor de Álvaro, como lo dijo Gael.
Cuando llegué, el edificio del Ministerio Público se alzaba con su fachada gris y ventanales opacos. A pesar de que la mañana aún no terminaba, el ambiente se sentía denso, pesado. El lugar estaba lleno de personas moviéndose de un lado a otro, abogados con carpetas en la mano, familiares angustiados y policías con miradas serias.
Me dirigí al área de recepción, donde una mujer de mediana edad con gafas gruesas revisaba unos documentos.
—Buenos días, vengo a realizar mi declaración sobre el caso de Álvaro Duarte. Soy Emilia Díaz.
La recepcionista levantó la vista y asintió.
—Sí, la estábamos esperando. Antes de que pase, hay algo que debe saber.
Mi estómago se encogió.
—¿Qué cosa?
—Álvaro fue evaluado por un psiquiatra esta mañana y se determinó que no se encuentra en sus facultades mentales para