Denise le contó todo lo que había ocurrido en la oficina de Tulio, cuando fue a buscar trabajo esa misma mañana.
— Mira, morena, no te preocupes por eso, ¿sí? Me encargaré de que ese tipo nunca más te falte el respeto. No vas a volver a pasar por una situación así en tu vida, te lo garantizo.
— Gracias, pero… ¿Qué vas a hacer? — preguntó preocupada.
Lo último que quería en ese momento era causar algún tipo de problema.
— Nada grave, solo tendré una conversación con él — dijo, levantándose. — Es mejor que nos vayamos. Ya casi es hora del almuerzo. Me encantaría invitarte a la capital, pero hoy no va a poder ser.
— No hay problema — respondió, aunque con tristeza.
Denise pensó que pasarían el día juntos, pero sintió que él tenía prisa por irse, y eso le generó algunas dudas.
Durante el trayecto a casa, ambos guardaron silencio. Denise incluso se preguntó si había sido buena idea contarle a Saulo lo que había ocurrido con el administrador, ya que él manejaba con el rostro muy serio.
Una