Denise repitió la misma historia que le había dicho a su tía, y aunque desconfiado, Joaquín creyó en la versión de su sobrina.
— Cuando algo así te pase, debes llamarme de inmediato, hija. Ya no me agradaba mucho ese tal Tulio, y con esto, ahora estoy más indignado todavía.
— Pero lo importante es que todo está aclarado, tío. Saulo me ayudó.
— ¡Señor Saulo, Denise! Señor — corrigió. — Aunque parezcan de la misma edad, él también es nuestro patrón. Hay que mantener distancia y respeto entre empleado y jefe para evitar confusiones.
— Está bien, tío. Ahora saldré a dar una vuelta, ¿sí?
— ¿Y a dónde vas?
— A caminar un poco. Como empiezo a trabajar mañana, quiero aprovechar mi última tarde libre.
— Está bien, pero ten cuidado. Mañana hay fiesta y están montando cosas en la plaza. Hay mucha gente extraña en la villa.
— Está bien. Regreso más tarde.
Denise salió de casa y, dando una vuelta a la manzana, encontró el coche de Saulo estacionado cerca de la calle de la plaza principal. Ella se