Capítulo 2: La decisión del omega.

—Bienvenido, príncipe Kallias. Por favor, tome asiento —saludó uno de los miembros, el más anciano de todos, con su cabello blanco y ojos arrugados.

Kallias asintió con un peso incómodo en el estómago, de esos que te hacen salivar y maldecir.

—¿Sabe usted la razón de su llamado a La Casona?

—¡Ni siquiera debería estar aquí! —el gruñido de Connak Grevyre fue duro a oídos de todos los presentes, ronco y furioso como pocas veces—. Podemos discutir esto por nuestra cuenta, Jack. Mi hijo no necesita saber nada de esto.

Kallias escuchó atentamente las palabras de su padre y rey, quien parecía enojado y un poco más.

—Regresa con tu madre, nosotros resolveremos esto —dijo y Kallias pestañeó, su padre no lo miraba directamente, parecía demasiado apurado en sacarlo de ahí—. ¡Te he dado una orden, Kallias!

—Padre... —sussurró en respuesta, aturdido por la exaltación del hombre.

La vibración en la casona era demasiado fuerte, atravesando sus oídos y quemando en su piel. Los aromas y las emociones flotando alrededor y a través de sus sentidos.

Kallias respiró hondo, apretando las manos sobre sus muslos y reuniendo la poca calma que pese todo, había logrado mantener en algún punto de su nerviosa alma.

—¿Qué está pasando? —preguntó—. Debo jugar un papel importante en todo esto, de otra forma nunca me habrían llamado.

—Tienes razón —aceptó Mikhail con un suspiro que no hacía menos atractivas sus masculinas facciones.— Nuestro rey se opone firmemente, pero el resto de nosotros cree que debes tener tu cuota de participación en algo tan importante como lo que hemos estado discutiendo aquí.

—No es verdad, solo quieres llenarle la cabeza de estupideces —resopló Connak como una bestia enojada.

—¡El futuro de este reino no es una estupidez, mi rey! —gruñó Jack con el ceño fruncido, lo suficiente enojado para golpear la mesa—. Debería saberlo mejor que nadie, usted ha luchado con uñas y dientes para mantenernos en pie. ¡No sea un lobo terco y acepte que la ayuda!

—¡Podemos sobrevivir por nuestra cuenta! —gruñó Connak con dientes apretados, casi como si le costara, respirando como un animal furioso—. Un poco más. Solo debemos aguantar un poco más.

—Han atacado Vasconia y Glenwood —dijo Mikhail con pasiva agresividad en sus ojos—. Nuestras costas han sido tomadas una y otra vez, y no podemos mantener Groan sin dejar que caiga Agnolia. Podemos esperar todo lo que quiera, mi rey, y entonces, no tendrá que preocuparse por el futuro de su hijo, sino de dónde enterrará a su gente.

—Aunque no lo quiera aceptar, necesitamos la ayuda de Astraria, majestad —agregó Jack.

—¿Astraria? —susurró Kallias con voz curiosa en dirección a Mikhail— ¿Qué tiene que ver Astraria en todo esto?

—Kallias, eso no…

Kallias observó a su padre por lo que parecieron horas. Los ojos claros del hombre temblaron y él lo supo. Por todos los dioses.

—Sé que el reino está teniendo dificultades, do Rí —dijo, con la piel erizada y aterrado sobre qué tan grave era la situación actual.

—No está pensando claramente, mi señor —la voz de Jack ante la actitud de su Rí fue de regaño, como si su padre no fuera más que un lobo descarado.

—¡Solo intento proteger a mi hijo!

—¡Su hijo tiene veintiún años! — intervino Mikhail con la respiración pesada y las manos hechas puños— Es un adulto que se ganó el derecho a decidir.

—Maldito seas...

—Kallias, hay algo que debemos decirte —La voz de Marla fue suave y contundente. La única mujer y omega del dáil lo miraba atenta, con ojos oscuros y labios apretados—. Como bien sabes, el Imperio está sumido en una constante tensión desde hace años y nuestro país finalmente ha caído preso de la situación.

—Las grandes casas están luchando por el poder —asintió Kallias.

—No solo las grandes casas, también los más desgraciados, y ellos quieren Graland —agregó Marla—. Vasconia y Glenwood no la están pasando bien.

Kallias asintió.

—Las tropas no han podido contener los ataques y han muerto algunos compatriotas. Muchos en realidad —Marla soltó un suspiro tembloroso—. Nuestro Rí ha intentado echarse algunos aliados al hombro con el fin de sobrevivir a este desastre y finalmente recibimos una respuesta positiva desde el otro lado, hace una semana.

—De Astraria —susurró Kallias y Marla asintió lentamente, casi parecía lamentar la verdad de la situación—. Pero... nos distanciamos de ellos hace años. Lucharon contra el rey Magnus. Ultrajargon a su hija.

—Así es. Y siguen siendo nuestra única opción —Kallias desvió la mirada a Jack, los ojos arrugados lo miraban con pena.

Kallias pestañeó un par de veces, bebiendo las palabras lentamente, dejando que penetraran en lo profundo de su cerebro. Los cinco miembros y su padre lo observaron con cautela y a la espera de su reacción.

—Kallias... —llamó su padre, interrumpiendo el carrusel de pensamientos que devoraban su alma.—. Hay algo más que debes saber.

Connak se tomó un segundo, mirando al resto del dáil con una mueca nerviosa. Kallias espero pacientemente.

—Aspor nos ha declarado la guerra —Kallias necesitó un segundo para que las palabras de su padre tuvieran sentido—. Ellos fueron uno de los primeros en disponer a nuestra salvedad, acambio querían la anexion de Garland a sus dominios.

—Graland ha sido soberano desde la fundación del Imperio —el gruñido de Kallias llenó la habitación. La ira abriéndose paso en sus venas y envenenando su piel.

Connak asintió.

—Tienes razón. Es por eso que tuve que declinar, y ahora Aspor piensa someter al norte.

—Eso es una locura.

—La finalidad de Aspor es crecer, príncipe —Jack suspiró y acomodó en su asiento—. A su líder no le importa nada más que eso. Son fuertes y no tienen nada que perder. Atacan y toman, ha sido así por años.

Kallias observó a Jack en silencio y preguntó: —¿Qué pide Astraria a cambio?

—Astraria custodiará nuestras costas, además de respaldarnos ante el Imperio. Ni Aspor o cualquier otro reino mediano levantaría siquiera la mirada contra un país que es favorecido por el emperador y las grandes casas —La voz de Marla fue tan suave como siempre, dulce y cálida. Kallias asintió—. Sé que esto parece imposible de creer. Sin embargo...

—Entiendo —Kallias sonrió—. El Imperio ya no es como antes. Esto iba a pasar tarde o temprano, Marla. Está bien.

—Quiero que sepas que no estás obligado a nada. No importa lo que se diga aquí, siempre serás el único dueño de tu destino —Connak miró alrededor con expresión seria.

Kallias respiró hondo, con el pecho apretado, casi como si intentara prepararse para la guerra. Con un escalofrío mortal mordiendo su columna y la presencia de su loba zumbando al fondo de suente, él miró a los miembros del dáil una vez más.

—Entonces, príncipe Kallias —dijo Connak con rostro serio y la autoridad de su posición—. ¿Cuál es su decisión para el dáil?

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