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InicioRealistaDestino sin identidades.
Destino sin identidades.

Destino sin identidades.ES

Realista
EFENEPE  Completo
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25Capítulos
1.5Kleídos
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Resumen
Índice

Sinopsis

OptimistaPesimistamanipuladorDramaDolorHistoria tristeEmocional

Rosario, una madre adicta a las drogas que se prostituye para satisfacer sus vicios, lucha contra el abandono prematuro de sus hijos, su vergüenza y la pobreza extrema. Ramiro, Bárbara y Walter, tres hermanos que se escapan de su casa para buscar un destino alejado de todo lo malo que ya conocen. Sus vidas se separan intentando buscarse en un mundo lleno de peligros que atentan contra ellos mismos. Un drama social tan real como sorprendente, deja en evidencia una parte de nuestra sociedad que no nos permitimos ver.

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Destino sin identidades. Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • Capítulo 25

    Ramiro llegó justo cuando todos los alumnos salían. Miraba por arriba de la muchedumbre de personas que retiraba a sus hijos pero no podía visualizar mucho más allá del tumulto. Agitado se metía entre las personas. —¿Ya salieron los del último año?— Le preguntaba a las personas que sólo miraban hacia adelante gritando el nombre de sus hijos. Ramiro se detuvo, miró para atrás y Julian se había quedado en el cordón esperándolo. Siguió su camino entre las personas, parecía como si su cuerpo había quedado en el tiempo y mantenía la agilidad y la capacidad de pasar desapercibido, como cuando era un niño. Tardó segundo en colocarse al lado de la puerta. De su mismo lado, la portera. — Marita, Marita— Le hablaba Ram

  • Capítulo 24

    Ese mediodía Ramiro decidió quedarse junto a Julián. Sentía que en medio de tantos sentimientos encontrados era bueno una distracción, aunque en su cabeza resonaba si debía decirle a Bárbara lo ocurrido, o sí debía ocultarlo. — ¿Fuiste al edificio?— Le preguntó Ramiro — ¡Pss! Ma bien. Vi ahí lo que me dijiste pero vi otro nombre…— Julián hizo una pausa — ¿Cuál?— Frunció el ceño Ramiro — Mmmm… No lo recuerdo, ¿Róman?— Lo miró confundido — Ramón— Susurró Ramiro agachando su cabeza —¿Y ese quien e?— — Fue el señor que

  • Capítulo 23

    Ramiro llegó a la estación de Constitución. Sacó su boleto hacía La Plata y decidió dejar pasar dos trenes para poder ir sentado. Observó el reloj de la terminal, eran las 9:45 de la mañana. Se reclinó hacía atrás y cruzó sus brazos. « Pensar que hace varios años creíamos estar tan lejos de casa. » Hablaba dentro de su mente recordando cuando recién habían llegado a Constitución «seguramente Ramón se reiría» Hizo una pausa entre tanto alboroto dentro suyo «No, en realidad él no se reiría. Seguro tendría palabras muy elaboradas para explicar porque nos parecía todo tan lejos… Si tan sólo estaría aquí» una lágrima cayó de su hijo derecho. Pasó un instante y vo

  • Capítulo 22

    Rosario se demoró varios días en volver a su barrio. Eran las 7 am cuando bajó del colectivo y quedó frente a la entrada principal. Dejó pasar varios vehículos. Respiraba profundo, todavía estaba débil. Colocó un pie en la calle y se dispuso a entrar, Agachó la cabeza. Intentaba taparse el rostro con un precario y roto saco de lana. Caminó por las primeras calles asfaltadas. Parecía que todo seguía igual. Las mismas casas, las mismas caras, aunque tal vez no todos se encuentren en el barrio o vivos. Traspasó las primeras esquinas a toda velocidad, algunos viejos vecinos se voltearon a verla porque creían reconocerla o porque tenía una actitud sospechosa. Rosario, sin embargo, trató pasar desapercibida. «Ojalá siga viva.» Se decía dentro suyo cuando se acercaba a la casa de Carmen. Se colocó frente

  • Capítulo 21

    Rosario salió del prostíbulo clandestino como pudo. Su cuerpo sólo lo cubría una pequeña toalla. Estaba desnutrida, su cuerpo se le podía notar flácido. Sus manos tenían marcas de las sogas que la ataban a la cama, su rostro demacrado. Rubor corrido, del poco que le quedaba. Ojeras interminables y ojos lastimados con la primera luz que sentía después de mucho tiempo. Trató de taparse pero no tenía fuerza para eso. Caminó por la ruta, parecía un zombie. Lo hacía por inercia, ni siquiera por convicción. Arrastraba sus pies, no tenía fuerzas. Sus tobillos dejaban ver lo flaca que estaba. Los huesos se le marcaban al igual que las costillas. Los labios percutidos y la nariz partida de tanta droga que le daban. —Ayuda, ayuda. — repetía al aire a cada paso que conseguía dar. Su única esperanza era acercarse al asfalto. M

  • Capítulo 20

    Rosario despertó. Miró a su lado y Alberto no estaba. caminaba agitada y mareada por el costado de la ruta. Creía ir rápido, pero cada vez que volteaba hacía atrás el depósito de descarga estaba sólo unos metros alejados. Ella hacia señas a los pocos autos que pasaban por allí, ninguno osaba a frenar. La miraba, tal vez bajaban la velocidad pero todos seguían de largo. Miraba de nuevo a sus espaldas y la distancia era casi la misma <<ayuda, por favor, ayuda>> repetía constantemente en su interior pero también en voz baja. Una voz tan débil y frágil como su delgado y golpeado cuerpo. Tocaba su nariz de forma compulsiva, sentía su garganta cerrada y tenía espasmos a cada paso que daba<<si tuviese un línea estaría volando. Que rico, una línea.>> Se hablaba internamente tocando su nariz. Tocaba su tabi

  • Capítulo 19

    La ruta era interminable, árida por momentos, húmeda por otros, pero siempre triste y vacía. Cada cientos de kilómetros, un puesto de comida, en general una parrilla que ofrecía sus servicios, además de salames, quesos, dulces, vinos pateros y en algunos casos verduras o productos típicos de aquella región. Rosario no tenía interés. Comía poco, porque ella así lo quería y porque Alberto casi que le daba las sobras. —Ceba unos mates. — Le ordenó Alberto.Rosario se agachó y comenzó a sacar todo. No hablaba. — Trata de hacerlo bien esta vez, así no vuelco nada.— Le dijo con un tono arrogante, soberbio, despreciable. —Si, discúlpame. — Respondió, con la mirada perdida y la garganta cerrada

  • Capítulo 18

    Rosario apoyaba su cabeza en la ventanilla del camión de Alberto. Su mirada, se perdía en el horizonte. Sus ojos tristes imaginaban, entre medio del costado de esa ruta interminable, a sus hijos correr « Los amo mucho, donde quieran que estén» En su mente, los recordaba, aunque de una forma diferente a la que quizás habían crecido. « Barbarita debe tener el pelo tan largo, ojalá que limpio, no como la tuve atendidita yo, casi toda su vida. ¡Ay! Ojalá el negrito y Cachi estén bien unidos, como familia. Se van a peliá, pero ellos se quieren» Se respondía continuamente. En cada tramo, en cada pueblo, en cada carga y descarga que realizaba junto a Alberto, pensaba en todo lo que tuvo y en todo lo que perdió. Su alma lloraba, su corazón se partía. Las grandes distancias la acorralaban y le demostraban que si antes se sentía débil e incap

  • Capítulo 17

    Rosario se perdió durante días. Estaba sucia, más que de costumbre, pero su gran problema era su cabeza, su mente. Como era habitual, le jugaba malas pasadas. Por las tardes, cuando el sol caía pasaba por la fábrica para ver si Guillermo continuaba con vida, para su desgracia, jamás pudo verlo. Sin pensarlo, una noche se acercó hasta la casa de Lucrecia. Entró por el largo pasillo que se desmoronaba y tocó la puerta. — ¿Quién es?— Se escuchó la voz de la madre de Lucrecia. — Soy…— Rosario tartamudeo. — ¿Eres Rosario?— Se sorprendió Jacinta. — Si, señora. La madre sacó las trabas, les pidió a los niños que hagan silencio y se vayan a la p

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candelaria laurelli
Una historia muy fuerte e interesante. Donde realmente se refleja la realidad más cruda de la sociedades más bajas en muchos países latinoamericanos. Los personajes se vuelven tan reales que pareciera que estuvieras dentro de la historia.
2021-08-25 06:20:26
1
25 chapters
Capítulo 1
Destino sin identidades./EFENEPE
— ¡Ah, ah! – Gemía Rosario en su casilla mientras sus tres hijos, Bárbara de 5 años, Ramiro de 9 y Walter de 12 años se tapaban los oídos intentando no oír los placeres que le propinaba la reciente pareja de su madre — ¡Dale gato!, ¡Dale! — Gritaba sin importarle que entre ella y sus pequeños sólo los separara una chapa. La misma que unía el cuarto de los nenes, la cocina, el living y comedor.        — Cachi, ¿qué e eso?—  Le preguntaba Bárbara a Walter, su hermano mayor        — Tapate lo oídos— Le exigía, no sólo por autoridad, sino que también para evitar que ella se acerque al cuarto y sea salvajemente golpeada como le sucedió a él       —Cachi, ¿Quié
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Capítulo 2
Destino sin identidades./EFENEPE
     Habían pasado tres horas. Rosario caminaba por todos lados dentro de su casilla intentando pensar en donde estarían sus hijos. Comió desaforada las galletitas, hacía tiempo no pasaba. « ¿Dónde están?, ¡¿Dónde están?! »Se preguntaba una y otra vez cuando su cuerpo empezaba a sentir la abstinencia « Pensá en tus hijos Rosario» se tiró nuevamente en un rincón, lloraba y se golpeaba la cabeza con fuerza. Buscaba bloquear los pensamientos de consumir algo urgente « A la policía. Voy a llamar a la policía» comenzó a tomar sus cosas a moco tendido « No, no. A la policía no» Exclamaba en voz baja nerviosa y volvía a tirar todo. Entendía que posiblemente la llenarían de preguntas incomodas que no podría responder “¿Por qué sus hijos salen a esa hora
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Capítulo 3
Destino sin identidades./EFENEPE
Rosario recorrió todo el barrio preguntando, con vergüenza, si algún vecino podría haber visto a sus hijos. Cada tanto volvía a su casa, siempre por el mismo camino, pasando frente al almacén de Carlos. El hombre la miraba con sus treinta y largos años, al principio con sus ojos desafiantes. Sin embargo, con el pasar de las horas, entendía que esa mujer estaba desesperada.     Al rededor de las 20 horas, tal vez en uno de los últimos recorridos que se cruzarían, decidió hablarle.— Rosario, espera.— Intentó correr para cruzar la calle de barro, llena de cráteres.-¿Qué quere?— Respondió seca, agresiva, creyendo que podía volver a atacarla con sus palabras.-¿No sabe nada de lo nenes?— Sus parpados mostraron clemencia y tregua, aunque sea por ese instante.— No.— Exclamó firme, p
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Capítulo 4
Destino sin identidades./EFENEPE
Durante los siguientes cinco días Rosario estuvo encerrada en su casa. No estaba resignada a encontrar a sus hijos pero sí sabía que no podía volver a caer en las adicciones. Además, con la fuerte reacción que tuvo con Brian temía por su vida.   Carlos tomó consciencia y dejó de lado sus diferencias y le proveía de alguna que otra comida. Por supuesto, quien más se acercó fue Carmen. Ella entendía que Rosario no podía estar demasiado tiempo sola, además era una de las pocas que conocía el dolor de perder un hijo y de que esté pierda su familia por culpa de la droga. Lo entendía pero no lo aceptaba. Sabía que conformarse no era una opción válida para mejorar dentro de ese entorno.-¡ Rosario!— gritó Carlos cuando tocaba las palmas en la casilla de ella -¡Rosario!— gritó otra
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Capítulo 5
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—Miren, no hubo mejoría pero tampoco empeoró— Les dijo la enfermera a Carlos y Carmen con voz delicada intentando poner las palabras justas— Es importante que pase esta noche, ¿sí?— Los miró compungida y se alejó lentamente esperando que alguno de los dos dijese algo. Sin embargo, esto no ocurrió.     Ambos se turnaron para volver un rato a sus casa para bañarse, cambiarse, comer algo y alejarse, aunque sea un rato de un ambiente que no les daba lindos  momentos.  Pasaron las horas, Carlos fue el primero en irse y volver. Se hicieron las doce y un minuto de la noche. Apoyó su cabeza en la pared, y su cuerpo en el respaldo del asiento de plástico y suspiró. Sintió que había soportado un día. Trató de pensar en otra cosa, en lo que le diría cuando se despierte <<te amo. Siempre te amé>&g
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Capítulo 6
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La misma enfermera de siempre se acercaba, en esta oportunidad con una leve sonrisa.— Bueno, tenemos lindas noticias— Comenzó con sus manos en los bolsillos de la chaqueta verde— Rosario se despertó— Carlos y Carmen se abrazaron, sus lágrimas caían de alegría. El chancho moqueaba y con el puño de su buzo percudido secaba su nariz y sus ojos. Carmen prestaba atención a la enfermera y que debían esperar al horario de visita para verla. La enfermera hizo una reverencia con la cabeza y se alejó de ellos. La señora, la siguió a su ritmo—Disculpeme señorita…— Se puso al lado de ella-…¿puedo hacerle una pregunta?——Si— Afirmó poniéndose frente a ella—Mire… honestamente necesito saber que sucedió con la chica— Hablaba en voz baja mirando
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Capítulo 7
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— ¡¿Quién so vo gordo pelotudo?!— Se acercaba un joven prepotente, altanero, con la frente en alto y moviendo sus brazos intentando cubrir mayor espacio— ¿Vos sos Brian hijo de puta?— Le preguntó Carlos, agresivo, descolocado-¿Qué quere gil?— Replicó riéndose casi cara a cara     Carlos tomó distancia, metió su mano bajo la remera, sacó un arma y le disparo tres veces. Los tiros retumbaron en el barrio, los perros comenzaron a ladrar. El joven se derrumbó a los gritos, con la boca abierta, pidiendo ayuda, con lo que le quedaba de aire. El chancho se quedó duro, con el arma todavía apuntando al baleado. Apenas comenzaron a salir las personas él se subió a la camioneta y salió a gran velocidad. Finalmente había cumplido su cometido     Pa
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Capítulo 8
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Habían pasado poco más de un mes. Rosario había retornado a su precaria casa. Volvió a la búsqueda de sus hijos. Con más fuerza, pero con menos fortuna. Recorrió su barrio y los alrededores. Trataba de pasar desapercibida, para que ningún conocido de Brian la vea, aunque esto era imposible. Este tenía demasiados informantes alrededor. Sobre Carlos, no tenía noticias. Carmen, estaba cerca de ella, atenta, sabiendo que se encontraba en el medio de la tormenta si seguía cerca de la chica.   La joven, se propuso mantenerse lejos de las drogas. Sentía que todo lo vivido, previo, y dentro del hospital, le servía de aprendizaje. También entendía que era necesario conseguir un trabajo decente para subsistir.      — Su nombre es…— Una chica, bastante más joven que ella, miraba una planilla— Rosario Celestino, &iques
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Capítulo 9
Destino sin identidades./EFENEPE
Rosario estaba frustrada. La comida no le alcanzaba y no conseguía trabajo.     En una noche, donde la temperatura parecía bajar más rápido de lo normal, se encontraba débil, sin fuerzas y por sobre todas las cosas, vulnerable. Decidió irse de esas cuatro chapas que la encerraban. Comenzó a caminar y era consciente a donde ir. Recorrió varias cuadras, a la velocidad que pudo. Se puso en el frente de una casa de material, con dos ventanas al frente y tocó las palmas, alguien salió.     — Carmen, ¿tene algo de comer?— Le dijo desde la puerta de la casa, alrededor de las 9 de la noche.     — Nena, ¿Qué haces acá?— Se asomó, tapándose su cuerpo con un saco enorme y viejo.     — Tengo mucho hambre.— Respondió sin energía, agarrando
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Capítulo 10
Destino sin identidades./EFENEPE
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