Después de que Cassian abandonó la biblioteca con ese caminar elegante y letal que volvía todo más denso a su paso, Katherine no tardó en escabullirse tras asegurarse de que nadie la seguía.
Aún sentía su corazón, latiendo demasiado apresurado tras la conversación que había tenido con ese macho.
No tenía un rumbo definido.
Necesitaba encontrar un lugar donde poder leer aquel libro a salvo, sin que nadie se diera cuenta que lo tenía, mucho menos Cassian, aunque evidentemente, él sabía mucho más de lo que admitía
La casa de la manada de Cassian era tan vasto como fría y oscura.
Cada pasillo olía a dominio y poder, pero también a secretos. Katherine caminó con cautela, hasta que se topó con una puerta bonita decorada.
De hecho, parecía elegante.
Con curiosidad empujó la puerta pero lo que encontró encontró dentro definitivamente no era lo que esperaba.
Recordó lo que Cassian le había dicho la noche anterior.
"—Normalmente acostumbro a ver a las hembras desvestirse a mi alrededor." Por su