El silencio posterior al clímax era casi insoportable.
Cassian seguía encima de ella, aún dentro después de declarar las últimas palabras.
Su aliento era áspero contra su cuello marcado, su pecho subiendo y bajando con violencia contenida. Katherine, debajo de él, no podía moverse. No porque no quisiera, sino porque su cuerpo temblaba con la intensidad de todo lo que acababa de suceder.
La mordida ardía.
No solo en su piel, sino también en su alma por la certeza que le atravesaba el pecho con brutal honestidad.
Se había enamorado de él.
Una lágrima rodó por su mejilla cálida y su pecho se estremecía con un dolor que no podía poner en palabras.
Katherine se llevó una mano temblorosa al cuello y lo tocó, no podía sentir la marca con sus dedos pero sentía el poder irradiando de esta.
Su respiración se cortó.
—Cassian... —susurró apenas, su voz quebrada por las lágrimas que no había pedido derramar del todo.
Él se tensó solo un instante y Luego se deslizó fuera de ella, como hubiera despe