Cassian no podía quitarse de la cabeza esa imagen.
Los labios de Maverik sobre los de Katherine.
Los dedos de otro macho tocando lo que le pertenecía.
Lo que siempre había sido suyo.
Y ella...
Ella lo había permitido.
Katherine ahora lo miraba desde la cama, con los labios entreabiertos y las mejillas enrojecidas, sin moverse, su cara de inocencia era contrario a la realidad.
Lo enfurecía y lo volvía loco pero no iba a dejarla ir, ni siquiera se trataba por el invento de esa ridícula venganza que había inventado para atraerla a él. Desde que la había visto con Maverik había decidido que era suya y tuvo que mentir para atraerla a su trampa, no se había asegurado bien de mantenerla lejos de ese bastardo pero ahora lo haría porque ella era suya.
—Cassian... —pronunció su nombre con voz temblorosa.
Él se inclinó sobre ella, sus ojos convertidos en brasas azul-hielo.
—No me provoques más, Bambi —susurró con un tono grave, bajo, letal y cargado de una sensualidad oscura—. No esta noche.
Ell