El camino de regreso fue lento.
No por la distancia.
Sino por la presión que había en el aire, un tipo de tensión que no venía del bosque, sino de él.
De ese macho que no dejaba de mirarla como si fuera una pieza maldita del rompecabezas que se negaba a encajar.
Cassian iba detrás y no decía una palabra.
Katherine caminaba con las manos cerradas, las uñas clavadas en las palmas, el rostro tenso y los labios apretados.
No podía pensar.
No podía dejar de sentir.
Y eso la desesperaba.
"Debería estar enfocada en el portal. En mi tiempo. En volver a casa." Se repetía.
Pero todo su cuerpo estaba consciente de él. De aquella mirada suya y de su respiración, de cómo su presencia la desestabilizaba incluso cuando no decía nada.
La brisa helada le movió un mechón suelto del cabello y ella se lo apartó con brusquedad.
Detestaba temblar.
Y más aún por él.
De repente detuvo sus pasos y enseguida sintió que Cassian se detuvo con ella, apenas dos pasos detrás.
—¿Te cansaste? —preguntó con voz baja.