03. Mal presentimiento
Pov Keira
Avanzamos por las calles polvorientas y desoladas de este pueblo gris y pobre; algunas personas se mantienen curiosas desde la ventana, mirándonos.
Jamás en mi vida había visto nada fuera de los muros del palacio; nunca se me permitía salir, hablar con los sirvientes o jugar.
Siempre quise ir a explorar, saber si el mundo era así de hermoso como en los cuentos que me recitaba mi madre, pero al ver este pueblo sin vida, con las calles de tierra y gente que apenas tiene tela para vestir, me doy cuenta de que la realidad es mucho más dura.
—¿En qué Reino estamos?— decidí preguntarle a Gerald.
—Imperion, señorita; las fronteras de su Reino y las tierras no reclamadas.
¿Imperion? ¿Acaso mis padres saben de esto?
Llegamos a una taberna que ofrece habitaciones. Caminamos directo hacia el encargado, que limpia una y otra vez el mismo vaso de vidrio con un trapo todo manchado.
«Keira, no me gustan las vibras de los hombres de la esquina. No los voltees a ver, espera a que subamos. Cr