Los médicos permanecían reunidos en un pasillo amplio, iluminado por una luz blanca que hacía brillar sus batas. El aire soltando ese esor a medicina a ese silencio tenso que se respira después de una intervención complicada. Kerem aún estaba en la sala de recuperación, inconsciente, y ellos conversaban en voz baja, como si incluso el sonido pudiera alterar el delicado equilibrio en el que se encontraba el paciente.
—La cirugía se llevó a cabo dentro de los parámetros —dijo uno de los especialistas, acomodándose las gafas—. Pero los próximos días serán decisivos.
—No podemos dar falsas expectativas —respondió el médico principal, un hombre mayor con el cabello gris cuidadosamente peinado—. El proceso de adaptación es lento. Necesitamos al menos tres semanas antes de retirar las vendas.
Otro de los presentes asintió. —Será necesario un entorno controlado, nada de estrés, nada de luz directa. El más mínimo error puede comprometer los resultados.
El cirujano principal juntó las manos, co