Dejé caer la caja de ébano sobre el altar con un golpe ensordecedor. El sonido retumbó por todo el lugar.
El lugar quedó completamente en silencio, como si el aire mismo hubiera dejado de moverse .
Sofía fue la primera en reaccionar. Gritó y retrocedió, —¡Oh Dios! ¡Ella... realmente puso algo en esa caja!
—¡Esto es una blasfemia! —rugió Miguel, el Alfa de la Manada Torres, señándome con el dedo, furioso— ¡Poner algo impío así en el sagrado altar! ¿Estás intentando maldecirnos a todos?
—¡Isabella ha perdido la cabeza! —gritó la Beta de la Manada Cruz— ¡Está tratando de usar algún hechizo maligno para vengarse de nosotros!
—¡Saca esa maldita caja de aquí!
—¡Es una ofensa a la Diosa de la Luna!
—¡Está profanando nuestra tierra sagrada!
Gritos de ira surgieron de todas partes, pero Esteban solo me miró, sus ojos fríos.
—Está bien, Isabella, tu pequeño juego termina ahora —dijo con una sonrisa fría, llena de amenaza—. César está perfectamente bien en los territorios del norte. Recibí un inf