Esteban miró la cabeza ensangrentada de Rafael, su rostro tan pálido como un muerto.
Pero al segundo siguiente, se dio la vuelta, señalándome con un dedo tembloroso. —¡Fue ella! ¡Isabella lo obligó a hacerlo!
Unsilencio mortal.
—¿Qué? —Mateo entrecerró los ojos.
—¡Rafael siempre escuchaba a Isabella! —la voz de Esteban sonaba aguda por el miedo— ¡Nunca actuaría por su cuenta! Seguramente fue esta mujer malvada, tratando de vengarse de mí, enviando a Rafael a provocarte deliberadamente.
No podía creer lo que estaba oyendo.
La desvergüenza de este hombre había alcanzado nuevos niveles.
Leonor interrumpió de inmediato. —¡Sí! ¡Fue Isabella! ¡Está celosa de Sofía, así que trató de destruir nuestra Manada Piedra!
—¡Isabella siempre ha sido una manipuladora maliciosa!
—¡Debe querer que el Rey Mateo nos aniquile!
—¡Esta mujer es demasiado peligrosa!
Para salvar sus propias pieles, los miembros de la manada comenzaron a acusarme. Incluso los alfas de las manadas aliadas empezaron a distanciarse