176.
Caminé hacia donde estaba el doctor y lo tomé por los hombros, prácticamente lo sacudí.
— ¿Qué es lo que pasó con él? — le pregunté.
El hombre apartó mis manos con delicadeza.
— Tranquila, señora. El señor Nicolás Montalvo está bien. La bala no afectó ningún órgano, pero perdió muchísima sangre. Por suerte logramos estabilizarlo y, después de sacar la bala, hicimos unas transfusiones. Va a estar bien.
Sentí en el cuerpo un enorme alivio, tan grande que arrancó por completo la poca adrenalina que quedaba en mi organismo. Me sentí débil y cansada.
— ¿Va a estar bien? — pregunté, como si no hubiese creído lo que el hombre me contaba.
— Sí, señora. Va a estar bien.
— ¿Puedo verlo?
El doctor negó.
— No, aún no hemos terminado las transfusiones. Pero quería comentarles cuanto antes. Va a estar bien. Ahora, entiendo que deberé llamar a la policía. Siempre debemos hacerlo cuando hay un caso como estos. ¿Podría relatarme la historia de cómo a su esposo le dispararon?
Yo volteé a mirar a