Capítulo 97. El Hilo que No se Rompe.
**Alejandro**
Al principio, no supe cuándo empezó a deshacerse todo. No hubo una pelea. No hubo un grito. Solo espacios vacíos donde antes había miradas.
Valentina se levantaba tarde. Se dormía temprano. O no dormía. Yo llegaba con flores, con comida, con ideas, con silencios, y ella... simplemente no estaba.
No físicamente.
Emocionalmente.
—¿Quieres salir? Podríamos ir a Santa Elena, caminar un rato…
—No —decía, sin mirarme—. Estoy cansada.
Y yo también lo estaba. Pero de fingir que podíamos solos.
Una noche, la vi llorar frente al espejo. No sollozaba. Solo dejaba que las lágrimas corrieran mientras se peinaba. Como si el llanto fuera parte de su rutina.
Me acerqué, quise abrazarla, y ella se apartó con un susurro que me partió:
—No me toques. No ahora.
Y no era rabia. Era… un muro. Un lugar donde yo ya no cabía.
Dormíamos juntos. Pero no nos tocábamos.
Cenábamos juntos. Pero no hablábamos.
Una vez me encontré en la ducha, llorando en silencio. Golpeé la pared con el puño cerrado ha