Capítulo 120. Donde empieza el amor.
**Valentina**
Esa noche, el cielo estaba despejado. Las estrellas parecían más cercanas que nunca, como si pudieran bajarse a tocar el suelo con la punta de los dedos. El aire en la finca olía a jazmín, a leña, a renacer.
Después de todo lo que vivimos ese día… necesitaba silencio. No el silencio que pesa, sino el que cura. El que se posa sobre la piel como un bálsamo.
Entramos a la habitación tomados de la mano. No dijimos nada. No era necesario.
Alejandro cerró la puerta despacio, como si también quisiera sellar el mundo allá afuera. Me miró, en la penumbra. Sus ojos no tenían prisa, pero sí deseo. Un deseo distinto. Más suave. Más denso. Como si quisiéramos decirnos algo con los cuerpos que ya no sabíamos cómo nombrar con palabras.
Me acerqué a él y apoyé mi frente en su pecho. Sentí su respiración. Fuerte. Calma.
—¿Estás aquí? —susurré.
—Siempre —respondió, envolviéndome en sus brazos.
Nos desnudamos sin urgencias. Como si cada prenda fuera una costra vieja que al caer, dejara la