El plan era desesperado, una apuesta a la lógica en un mundo que había dejado de tenerla. La idea de aliarse con Florencio le provocaba a Elio un asco físico, pero la amenaza del "Doctor" era existencial. Necesitaban el poder y la tecnología de Lombardi para tener una mínima oportunidad.
—No podemos simplemente llamarlo —dijo Mar, su voz práctica—. Sus líneas estarán intervenidas. Por Blandini, por el fantasma, por todos.—No lo llamaremos —respondió Elio—. Vamos a hacer que él nos encuentre a nosotros.Su plan era simple. Irían al norte, hacia la zona de la Estancia Lombardi, pero no directamente. Se moverían por los márgenes, dejando un rastro. Un rastro sutil, diseñado para ser detectado por la sofisticada red de vigilancia de Giménez, pero demasiado discreto para los métodos más burdos de Blandini. Dejarí