064. Dos Reinas en el Tablero del León
El abrazo se prolongó un segundo más de lo necesario, un acto de dominación disfrazado de consuelo. Selene sentía el temblor del cuerpo de Mar contra el suyo, la fragilidad de sus huesos, el latido errático de su corazón. Podía oler su mentira. Era un aroma agrio, metálico, que se mezclaba con el de su miedo. No era el miedo a Elio. Era el miedo a ser descubierta.
—Tenés frío —dijo Selene, apartándose, su voz un terciopelo de falsa preocupación—. No podés quedarte acá afuera. Estás temblando. Vamos adentro.
La propuesta quedó suspendida en el aire frío de la noche. Mar miró hacia la puerta de la cabaña, hacia la luz cálida que se derramaba desde adentro, y luego a Selene. Sus ojos se abrieron con una mezcla de anhelo y pánico. ¿Entrar? ¿Entrar a la guarida del cazador, del hombre al que odiaba, pero que ahora albergaba al objeto de su obsesión? La idea era a la vez aterradora y morbosamente excitante.
—No… no puedo, Sely —tartamudeó—. Él está ahí.
—Él no te va a hacer nada. Estás c