063. La Confesión en el Umbral del Infierno
El contacto de la piel de Selene fue a la vez un bálsamo y una quemadura para Mar. El abrazo de su amiga, ese gesto que había anhelado durante días de acecho y soledad, la desarmó por completo. Se derrumbó contra ella, los sollozos que había estado conteniendo finalmente rompiendo las compuertas, sacudiendo su cuerpo en espasmos violentos. Lloraba por Abril, por Maia, por la chica asustada que era y por la mujer oscura en la que se estaba convirtiendo.
—Yo no quería… Sely, te juro que no quería que pasara nada… —sollozó, el rostro hundido en el hombro de Selene, la tela de la camisa de Florencio absorbiendo sus lágrimas.
—Lo sé —mintió Selene, la voz una caricia suave mientras su mente trabajaba con una frialdad antártica. Acarició el cabello de Mar, un gesto que era a la vez un consuelo y una forma de mantenerla cerca, de asegurar la trampa—. No fue tu culpa. Fue de ellos. De las bestias.
Dentro de la cabaña, Florencio observaba la escena a través de la ventana, el ceño fruncido en