Demian Vieri había pasado la mañana entera sumido en la furia. Había destrozado su oficina, exigiendo actualizaciones a cada segundo sobre la cacería de Valeria. La pérdida de su calidez era un veneno lento, y su obsesión por la posesión se había vuelto más oscura.
Cuando el teléfono seguro sonó, Demian lo tomó con violencia. Era Dante, y su voz no era de sumisión, sino de advertencia.
Dante: __hermano , la cacería está cancelada. Por orden directa__
Demian: (Un rugido incontrolado) __¡¿Cancelada?! ¡¿Por quién?! ¡Te ordeno que la encuentres! ¡O juro que te desheredo a ti y a cualquiera que se interponga!__
Dante: __No puedes desheredar a quien te ha detenido, Demian. La orden viene de la única persona que tiene ese poder. Mamá está involucrada. Valeria está bajo la protección de Elena Vieri__
Demian se quedó paralizado. La copa de whisky que sostenía se deslizó de su mano, estrellándose contra el mármol. El sonido fue ensordecedor, pero el silencio en su mente fue absoluto.
Pánico. Er