Capítulo 3

TESSA

Eran casi las seis de la mañana, y aún estaba acostada en mi cama calientita, en media hora más, me levantaria para arreglarme e ir al trabajo, y si, a esa hora, sonó mi teléfono, le habia puesto la música de odisea del espacio, y me encantaba.

-"Señor Frost ".

- "Señorita Clark, necesito que pase por mis hijos en una hora a mi casa y los lleve al colegio, después vaya a la oficina a preparar todo para recibir a los clientes."

Colgó sin esperar respuesta.

¡¿Qué?! ¿Una hora? ¡Este hombre estaba demente! ¿Porqué no me lo dijo ayer? Me hubiera preparado con más tiempo.

Me levanté con tanta prisa, que casi me caigo de la cama por enredarme en las sábanas, me duché y me recogí el cabello en un moño simple pero presentable, me maquillé a toda prisa, natural, como siempre, lo bueno es que ya tenia listo mi atuendo, un traje sastre con falda, que me quedaba arriba de la rodilla, asi que me vestí rápidamente.

En menos de una hora ya estaba en camino, me habia enviado su dirección por un texto y la programé en el gps de mi teléfono.

Mi auto, aunque era de segunda mano, funcionaba a la perfección, mi padre me lo habia regalado el dia de mi graduación y me habia sido muy útil.

Mi nuevo jefe, por supuesto, vivía en una zona exclusiva, con vigilancia en la entrada y toda la parafernalia.

Él ya estaba en la puerta de su casa, si se le podia llamar así a esa pequeña mansión, con sus tres hijos en línea, un adolescente malhumorado y un niño y una niña, más jóvenes, como de unos siete años.

- Niños, ella es la señorita Clark, y ellos son mis hijos, Erik - señaló al mayor,- y los gemelos Liam y Lara.

Creo que vió mi cara de preocupación, y luego aclaró:

- Todos van al mismo colegio, tienen horario extendido.

Pero suspiró al ver mi auto.

-¿Qué pasa? ¿Nunca habia visto un auto de segunda mano? Viajar en él es toda una experiencia- dije con cierto sarcasmo.

No respondió, y me dió la dirección de la escuela y los llevé.

No entendía como es que habia tenido la audacia de confiarme a sus hijos, si apenas me conocía, podria ser una secuestradora y nadie los volvería a ver.

El alboroto en el asiento de atrás me aturdía, y no me dejaban concentrarme en mi camino.

En un semáforo en rojo me giré y les dije:

- ¡No me importa quienes se creen que son, este es mi auto, y van a dejar de hacer ruido o los dejaré a su suerte en la calle, aunque su padre me demande por eso!

Automáticamente todo quedó en silencio, y llegué pacíficamente a nuestro destino con una sonrisa de satisfacción en mi rostro.

Yo era la mayor de tres hermanos, dos hombres menores que yo sabía controlar, asi que esto, no era ningún reto para mí.

- ¡Los veré después niños! - exclamé agitando la mano, cuando ya estaban en la entrada de la escuela, solo esperaba no volver a verlos.

Emprendí el regreso, la oficina estaba muy cerca, cuando llegué, preparé suficiente café, y puse botellas de agua en una de las salas de juntas.

Pedí fruta variada en un local cercano, de forma urgente y la coloqué en una bandeja.

A las ocho en punto entró mi jefe, me observó y sonrio de forma casi imperceptible.

- ¿Sabe? Nadie se habia atrevido nunca a amenazar a mis hijos - dijo con cierta molestia.

Lo miré con un poco de temor, ¿Cómo es que ya sabía eso?

- Supongo que lo dejaré pasar por esta vez.

Un momento después llegaron los clientes, servi café, y la fruta, me sentía como una locomotora, trabajando a toda prisa.

- Señorita Clark, necesito que tome notas de todo.

- Si señor.

Tomé asiento con mi portátil frente a mi.

Puse toda mi atención, y como sabia de diseño, fue mucho más fácil para mí.

El señor Frost era excelente, junto con su equipo creativo, le mostró al cliente una increíble campaña publicitaria para medios digitales, por eso quería trabajar aquí, porque él es muy talentoso en su campo.

- Pero es mejor con colores contrastantes - dije sin pensar.

- ¿Que dijo?

- Mmm ignoreme, solo tomo notas.

- Es buena idea, - dijo el cliente potencial- haga el cambio y tendremos un trato.

- Por supuesto señor Martin, aquí son bienvenidas todas las ideas.

Pero me dirigió una mirada asesina, sabía que estaba en problemas por abrir la boca cuando no debía, adiós trabajo.

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