12

Recibí varias llamadas a lo largo de la tarde. Jax me llamaba y yo colgaba; Bryce me llamaba y yo colgaba; Paola me llamaba y yo colgaba... pero Nora no, me había bloqueado los mensajes. 

Sentía los ojos pesados, y me escocían de llorar, había acabado apagando el móvil, y me encontraba a las cuatro de la mañana desvelada y sola en la oscuridad de mi habitación. No podía dormir, y había estado callando los sollozos para esconderme de mis padres y mi hermana mientras estaba en casa. 

Unos leves golpes en mi puerta me levantaron como un resorte, la cabellera rubia de Samay se asomó. Vestía con un pijama corto de seda, y tenía el pelo revuelto. 

— ¿Puedo pasar? —preguntó. 

Me refregué los ojos con la mano, y asentí lentamente cruzándome de piernas sobre el colchón. 

Caminó por l

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