Capítulo 10
—¡El que se sobrepasa eres tú, ladrón despreciable! Me arrebataste a mi compañera destinada.

Bramó Bruce, y hasta sacó del bolsillo una foto de boda para exhibirla.

—¡Mírenla bien! Es mi esposa, mi pareja predestinada.

La multitud se agitó en murmullos.

Todos sabían algo del pasado de Bruce y me observaban con desconcierto.

Pero yo lo había olvidado todo: no recordaba nada de antes.

—¿Tu esposa? ¿Llegaron siquiera a marcarse?

Wolvent soltó una risa helada; su rostro hermoso se volvió cenizo de ira y el fuego en su aura se avivó.

Le apreté la mano y sonreí con suavidad.

—No te enojes, no vale la pena.

Él me devolvió una mirada que me tranquilizó.

Bruce, al vernos, respiró entrecortado; quiso hablar, pero no le salieron palabras.

Claro… él y Celina se vieron obligados a romper el vínculo.

Aquella noche, la gente del Clan Sol Radiante lo acorraló; sopesando ventajas y riesgos, lo forzaron a anular la marca. Con los ancianos insistiendo y medio ebrio, disolvió el contrato de pareja ante el
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