El edificio Sinisterra rebosaba de movimiento. Se acercaba el cierre mensual y todos los departamentos estaban sumergidos en correos, presentaciones y reportes de última hora. El ritmo acelerado era la cortina perfecta para los movimientos más delicados de Alanna.
Desde su despacho, ella parecía como siempre: puntual, pulcra, dedicada. Revisaba correos con rapidez, firmaba autorizaciones, respondía con frases breves y precisas. Todo era parte de su rutina visible.
Pero esa mañana, dentro del portafolio negro que llevaba siempre consigo, se ocultaban tres sobres dirigidos a contactos estratégicos externos. Ninguno estaba etiquetado con el logo Sinisterra. Ninguno tenía remitente.
Eran informes cuidadosamente elaborados, con análisis de viabilidad firmados por nombres rescatados del olvido: Camila Herrera, Julián Borda y Alfonso Leiva. Y lo más importante, incluían fragmentos originales del proyecto “Núcleo Eje” que jamás habían sido publicados en las versiones internas.
Todos firmados c