El ascensor subió con un zumbido suave mientras Leonardo revisaba desde su móvil los últimos informes financieros. Los números eran claros: su control del 51% sobre Sinisterra Group. Sin embargo algo lo tenía desconectado en su empresa.
Alexa.
El ascensor se detuvo en el piso ejecutivo. Al abrirse las puertas, la vio allí, como si lo hubiera estado esperando. Apoyada junto al marco de la sala de reuniones, con una sonrisa perezosa y un café en la mano.
—Justo a tiempo —dijo ella, entregándole el vaso con un guiño—. Latte, doble shot. Como te gusta.
Leonardo la observó un segundo, sin tocar el café.
—Gracias, pero ya tomé uno.
—Siempre tan frío —murmuró ella, sin perder la sonrisa—. ¿Es parte del personaje o de la estrategia?
Él caminó directo hacia la sala, sin mirarla.
—Estoy ocupado, Alexa.
—Yo también —dijo ella, siguiéndolo—. Pero pensé que podríamos tener unos minutos antes de que empiecen las juntas. Ya sabes… para hablar de la expansión a Europa.
Leonardo encendió la pantalla