Capítulo 112: No sabes nada.
Se plantó frente a él, con los brazos cruzados sobre su pecho y la mirada encendida por una mezcla de furia y dolor.
—No puedes hacer esto, Leonardo.
Su voz era firme, no temblaba, no suplicaba. Ordenaba.
Leonardo levantó la mirada con lentitud, clavando sus ojos oscuros en ella. Había fuego en su expresión, pero era un fuego frío, calculador.
—No tengo tiempo para esto, Alanna —su tono fue gélido, su mirada afilada.
Pero Alanna no se dejó intimidar.
—Pues lo harás.
Avanzó un paso más, sin miedo, sin vacilación.
—¿En qué carajos estás pensando?
Leonardo se giró completamente hacia ella, con la mandíbula apretada, con los músculos tensos.
—Estoy pensando en lo que es mío y en cómo protegerlo.
Alanna sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No por miedo, sino por la crudeza en su voz.
—¿Protegerlo? —soltó una risa sarcástica—. ¿Así lo llamas?
Leonardo entrecerró los ojos.
—No tienes idea de lo que estás diciendo.
—Lo sé mejor que tú.
El ambiente se volvió más denso. Era un choque de