Ella era la dueña. Ella había estado allí, todo el tiempo. Y lo había ocultado.

Pero ya no.

Ahora que lo sabía, solo quedaba un paso.

Buscarla, escucharla y exigir respuestas.

Esa misma tarde Melisa estaba de pie en la suite presidencial del mejor hotel de la ciudad, frente a ella tenía el vestido que debía usar en la boda de su amiga Jenny. Solo hace unos momentos estuvo en el piso principal recibiendo los arreglos florales, le había prometido a su amiga ayudarla con todo y eso era lo que estaba haciendo.

Todo iba según lo planeado.

Excepto su corazón, el cual se aceleraba sin motivo.

Melisa tuvo que bajar para revisar el menú, lo había hecho dos veces antes, pero estaba tan nerviosa como si ella fuera la novia, quedarse en su suite solo empeoraba su estado de ánimo, además su pequeño había sido llevado por Jenny para jugar con los sobrinos de su futuro esposo.

Los arreglos florales ya estaban organizados, la orquesta había confirmado su llegada y el menú había sido revisado por terc