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Capitulo 16. Lo que pasó en la isla... queda en la isla

El amanecer en la isla era una pintura en tonos dorados y azules, y por un momento, Melisa pensó que todo podía ser sencillo, que su vida comenzaba a tomar forma nuevamente. Que podía reír, terminar el trabajo que comenzó en el viaje, regresar cada uno a su vida y pretender que no habían compartido noches de locura y deseo con su jefe.

Se había levantado temprano, dejando a Sebastián profundamente dormido en la cama, enredado en las sábanas, con el cabello revuelto y esa expresión de paz y felicidad que hacía dos días la notaba. Lo miró una última vez antes de salir silenciosamente a caminar por el hotel.

Lo necesitaba. Un momento para respirar, un momento para estar sola, tomó un café del comedor y con el aroma del mismo acompañado de la brisa marina, se hizo la promesa de un nuevo comienzo.

No había caminado mucho cuando una voz conocida la detuvo, interrumpiendo su paz.

-- Melisa… -- ella giró sobre sus talones para encontrarse con Francisco.

Perfectamente arreglado, pero con una expresión distinta. Vulnerable. Casi desesperada.

-- ¿Podemos hablar? – le preguntó acercándose peligrosamente, Melisa miró por detrás de su hombro, le había llamado la atención no ver a Sofia desde el día anterior, quería preguntar por ella, pero su ego no se lo permitía.

-- Por favor – suplico él, y Melisa no pudo decirle que no. No tenía miedo de enfrentarlo. No después de todo lo que había vivido. No después de descubrir que era mucho más fuerte de lo que alguna vez pensó.

Francisco caminó hasta llegar a una banca, justo debajo de una palmera, un lugar fresco y refrescante. Se sentaron bajo la sombra. Ella no dijo nada. Era él quien quería hablar con ella, y Melisa así lo entendió, dejando que sea él quien se expresara.

-- Sé que no merezco ni un minuto más de tu tiempo – empezó Francisco, frotándose las manos, nervioso. – Melisa se que la cagué, fui un completo idiota, actué como un maldito neandertal perdiendo a la mejor mujer que laguna vez tuve en mi vida –

Melisa respiró hondo manteniendo una expresión serena.

-- No voy a justificarme. No hay excusas para lo que pasó con Sofía. Solo... quiero que sepas que fue un error. Una estupidez que me costó todo. Te amo, Melisa. Siempre te amé – Melisa lo escuchó, era la primera vez que sentía que era sincero con ella y por alguna razón se sintió bien, no sintió nada de nada.

Melisa pensaba que todavía albergaba sentimientos por él, era su ex y hacia muy poco que se separaron, pero no era asi. Meli estaba tranquila, demasiado para ser exactos. Las palabras que dijo Francisco se quedaron flotando en el aire, quizás si las hubiese dicho el día que fue a buscarla a su oficina, ella lo hubiera perdonado, olvidando lo que paso con Sofia, y ella con Sebastian, pero ahora… esas palabras las sintió pesadas.

Melisa bajó la mirada a su café. No lloraría por nadie, y menos lo haría por él.

-- No sé si sirva de algo decirte esto – continuó Francisco, inclinándose hacia ella para buscar sus labios, -- pero si me das una oportunidad... te prometo mi amor que pasaré el resto de mi vida demostrándote que te elijo a ti. Siempre fuiste tú – ella levantó la mirada y por un instante sus labios se rosaron, él se había inclinado demasiado, Melisa por un segundo pensó en todo lo que habían vivido juntos, todos los recuerdos compartidos, los éxitos y algunas derrotas… todo lo que había soñado con él y todo lo que había perdido también.

Pero también pensó en la mujer que era en este momento. En la mujer que Sebastián Novak se había fijado, y a quien había mirado como si fuera un huracán imposible de resistir. Una mujer que había resurgido de las cenizas.

-- Francisco – comenzó a decirle con voz firme, segura, sin temblores ni miedo. -- No te odio. Ya no. Pero tampoco te amo. Lo nuestro terminó el día que decidiste humillarme de la peor manera. No hay vuelta atrás –

-- Pero yo te amo, podemos dejarlo todo atrás y continuar lo que teníamos mi amor –

-- Lo siento, pero yo no te amo. Además, esta Sofia… ¿Dónde esta ella? – esa pregunta la quiso hacer desde que lo vio, cada vez que se acercaba siempre estaba Sofia con él, pero desde ayer no la había visto.

-- Ya no estoy con ella, le pedí que se fuera… por ti. No quería hacerte sentir mal – Melisa sonrío, en ese momento Francisco solo le daba pena, eso era lo único que podía sentir por él… lástima.

-- No te guardo rencor, pero tampoco quiero revivir algo que ya está muerto para mí. Suelta el pasado, Francisco. Yo ya lo hice – él abrió la boca para insistir, pero ella negó con la cabeza.

-- No lo hagas por favor, volver contigo no es lo que quiero ahora – Francisco la vio levantarse e hizo lo mismo, la tomó del brazo y la jalo hacia él, abrazándola con fuerza, esperando revivir algún sentimiento en ella.

Melisa quiso alejarse, pero él se lo impidió, en cambio levantó la mirada y se encontró con una sombra que los observaba desde lejos, era Sebastian. Pudo ver como los ojos de su oponente se oscurecían mientras lo miraba desde lejos, viéndolo cerrar los puños lleno de frustración.

Melisa no lo vio y tampoco escuchó el gruñido bajo que escapó de la garganta de Sebastian cuando Francisco en un último gesto desesperado, giró su rostro para intentar besarla.

Pero Sebastian desde lejos observó todo, dejando caer el ramo de flores que había comprado para ella, mientras se alejaba de ahí con el corazón destrozado…

“Parece que las cosas vuelven a su lugar… solo espero que no te vuelvan a romper el corazón señorita Hart. Al parecer lo nuestro fue un error más ocurrido en este viaje”

Cuando Melisa regresó a la suite se encontró a Sebastián ya estaba duchado, vestido impecablemente con un traje, listo para el cierre, estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia la nada. No la miró cuando entró, tampoco la saludo y mucho menos le sonrió.

Esa mañana se fue solo a la ceremonia de cierre.

-- ¿No necesitas que vaya contigo? – le preguntó Melisa al verlo caminar hasta la puerta,

-- No es necesario, es solo la clausura. Puedes aprovechar tu mañana, el vuelo sale por la tarde todavía – le recuerda, como si ella no estuviera al tanto, cuando era ella quien tenía el itinerario que Daniel le envío, pero Melisa no prestó mucha atención a su actitud, pensó que estaba en modo presidente Novak y decidió tomarse la mañana para arreglar su equipaje. Tenía ropa nueva que necesita ver dónde colocar.

Por la tarde, Sebastian regresa a la habitación.

-- ¿Está todo Listo para el vuelo de regreso? – le preguntó, su tono era cortante, demasiado profesional.

Melisa parpadeó, confundida por el cambio de actitud. Pero no preguntó. No era su lugar. Ella terminó de arreglarse en silencio. Recogió su bolso, tomó su maleta. Y mientras caminaban hacia el transporte que los llevaría al aeropuerto, entendió algo muy claro:

"Lo que pasó en la isla... se queda en la isla."

No iba a aferrarse a algo que no tenía futuro. No iba a permitir que una aventura pusiera en riesgo su trabajo, su nueva vida, su dignidad. Si Sebastián Novak quería tratarla como a una simple empleada... ella sería la mejor empleada que jamás tuvo.

Y en cuanto a su lo que pasó con él... ya encontraría la forma de seguir adelante. Otra vez.

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