99.
Pude escuchar el sonido de sus alas rompiendo el aire. Levanté mis manos para protegerme, para que mi hielo me protegiera, pero de mis palmas no salió nada. El miedo fue tan aterrador que me controló, fue fuerte, tan fuerte que me quedé ahí paralizada, viendo cómo el vampiro avanzaba hacia mí.
Pero entonces, otra fuerte ráfaga de viento sacudió la sala por completo, con tanta violencia que yo caí al suelo. Ismael saltó sobre mí para protegerme de la ventisca. Mordor salió volando unos cuantos metros más allá y, aunque cayó perfectamente de pie, el ataque lo había desviado de mí.
Salomón estaba ahí de pie. Le sangraba la frente; seguramente, algún escombro lo había golpeado.
— Salomón, de las tierras del norte. De la aldea del Hongo — dijo Mordor, levantando el mentón — . He escuchado hablar mucho de ti. El único Rey Cuervo que no participó en el consejo de los Reyes Cuervo que atacaron Agnaquela. Curiosamente, el más poderoso de ellos.
Salomón lo miró con dignidad, levantando el men