174.
Yo lo amaba.
Si antes simplemente era una confirmación, ahora era una total realidad. Porque cuando sentí los brazos cálidos del hombre estrechando mi espalda, supe que ese era mi hogar. Supe que no quería perderlo, que quería quedarme a su lado para siempre.
No me importó nada más.
No me importó Flagela.
No me importó Valentín, ni el supuesto compromiso que tenía con él y con los de mi especie.
No me importó nada.
En ese momento, solamente quise quedarme aferrada a los brazos de Ismael para siempre. No quería salir de ahí. Sabía que, en el momento en el que me alejara de él, iba a estar sola y perdida. No pude evitar llorar en sus brazos.
Cuando me apartó un poco, me miró a los ojos. Esos claros ojos puestos en los míos.
—Alicia… ¿cómo escaparon? ¿Qué pasó con la tormenta eterna?
—La cabra escapó de nosotros. No pudimos atraparla. Entró a la grieta. Mordor… la mató —le dije.
El lobo que acompañaba a Ismael se hallaba unos metros más allá. Pude reconocer a Sirius.
—Lo siento —le dije