175.
Cuando al fin llegamos a la torreta 3, la Cofradía entera estaba ahí reunida. Habían salido para darle la bienvenida a las manadas, pero podía verse en los rostros de todos los que quedaban la preocupación en sus miradas.
Axel estaba ahí, el vampiro. Me tomé de sus brazos cuando intenté bajar del lomo de Ismael y casi caigo al suelo. Él tomó mis brazos con fuerza y me enderezó.
—Alicia, lo hiciste. Lograste volver.
Cuando me miró a los ojos, supo que lo primero que saldría de mi boca no eran buenas noticias. Y no se equivocaba.
—Lo siento —les dije—, pero Donovan está muerto.
Amara, la otra miembro de la Cofradía, líder de otro de los aquelarres, lanzó un enorme suspiro. Pude ver cómo sus ojos rojos brillaron cuando las lágrimas amenazaron con llegar a ella.
—Intenté... intenté ayudarlo, pero no pude hacerlo. Mordor...
—No es tu culpa —me dijo con seguridad Axel—. Esto no es tu culpa. Es culpa de Mordor.
Era lo mismo que me había dicho Ismael. Pero entonces ¿por qué no podía dejar de