135.

Caminar era mucho más sencillo. Sirius parecía que en su vida había visto la luz del sol. De no haber sido porque era un poco extraño para mí y para Salomón verlo completamente desnudo, el muchacho hubiese marchado feliz, pero se conformó con el pequeño pantalón corto mientras extendía las manos y recibía el sol. Tenía todo el cuerpo sudado, y eso parecía encantarle. Estaba disfrutando de la sensación, y yo no pude evitar disfrutarla también: el sol brillante en el cielo…

Incluso me pareció ver algunas mariposas, cosa que era seguramente imposible. A pesar de que el hielo había desaparecido y el frío también, los insectos no podrían aparecer por arte de magia… O tal vez sí.

La cabrita dormía plácidamente sobre la mochila que cargaba Sirius en su espalda. Había jugado hasta quedar tan agotada que se quedó dormida sobre el césped. Tuve que quitarme el abrigo que me había regalado Axel, porque el calor era sofocante, pero no podía negarlo: aquello era revitalizante. Sentir el sol y todo
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