Ángel llegó un par de horas después.

—Claro que sí —dijo—. El Alfa Bastián abrirá las puertas de Filajela para toda la Luna Azul, al menos para los que están aquí en pie.

Un grupo de emisarios partió hacia la ciudad de Luna Azul. Tenía que avisarle a todos los demás lo que había pasado: que ahora yo era nuevamente el Alfa y que Luna Azul marcharía al norte para pelear con los aquelarres. Los emisarios marcharon tan pronto como pudieron, y lo que quedó de la manada tomó las pocas pertenencias que había dejado la gran ola y caminamos hacia Flagela.

Fácilmente podíamos ser unos quinientos, hasta más.

Todos a las afueras, fuimos recibidos por Valentín.

—Buena pelea —me dijo en cuanto me acerqué a él—. Lo acabaste de un solo movimiento.

Cuando volteé a mirar atrás, vi cómo un grupo de hombres traía el cadáver de Alexander.

—Hubiera preferido no hacerlo, pero sabes que no tenía opción.

El futuro Alfa de Flagela asintió.

—Es verdad, no tenías opciones. Pero me alegra que así hubiera sido. Un