119.
— Siento todo esto — fueron las primeras palabras que me dijo Vladimir, uno de los hombres que me llevaba custodiado.
Pude percibir cómo su conciencia se estiró hacia la mía, pero mi habilidad me permitía ocultarla. De todas formas, tuve que hacer mucho esfuerzo cuando el grupo al que llegamos, que estaba escondido detrás de los árboles, intentó hacer lo mismo. Era algo común, algo que todos hacíamos, algo instintivo, mucho más cuando era alguien a quien respetábamos. En el caso de ellos conmigo, al haber sido su Alfa, aún así seguían percibiéndome.
Cada vez que yo llegaba a un lugar, podía sentir las miles de conciencias y mentes que intentaban tocar la mía, que intentaban encontrar en mí serenidad… la serenidad que les hace falta. Fue algo que me perturbó al principio, cuando recién me convertí en Alfa. Por eso entendí que un Alfa tenía que tener la mente clara, los sentimientos firmes. No podía dudar, porque si él dudaba, su manada dudaría con él.
Y podía percibir todo aquello