El padre de Lucas les había ordenado a sus empleados que le preparasen lo antes posible la habitación más grande de la casa para Victoria y su nieto que estaba en camino.
Y con rápido se refería a ese mismo día, no quería que la joven durmiera en ningún otro lado.
-Oh señor, no hace falta que hoy mismo esté listo mi cuarto, puedo usar uno de los que son para los invitados- exclamó con modestia la rubia, fingiendo que realmente no le importaba, aunque sí.
-Para nada Victoria ¡Para eso están! ¡Para eso les pago! Hoy mismo vas a tener tu cuarto querida.
Victoria tomó las manos del hombre e inclinó la cabeza en agradecimiento.
-Es usted un gran hombre, señor Montenegro.
-Por favor preciosa, dime suegro o suegrito, me gusta más- rió divertido.
-Está bien, suegrito. Usted dígame nuera o nuerita.
Ambos rieron a carcajadas, cualquiera que no los conociera diría que eran padre e hija o muy grandes amigos, porque ambos eran tal para cual, cortados por la misma tijera.
Más de una semana había pa